lunes, 17 de mayo de 2010

Director's Cut: Poca Cosa (Segunda Entrega)

(Lea la primera parte AQUI)

Estaba tirado en el pasto del campus. Echado. Recibiendo el sol en toda la cara, salvo los ojos, que siempre estaban protegidos o cubiertos por sus Ray-ban negros a lo Maverick aunque la Marce dijera que le quedaban horribles y que a él no le sentaba el papel de rudo-pero-tierno de Tom Cruise en Top Gun. Acostado sobre el césped, sintiendo cómo el efecto de la falopa iba abandonando su cuerpo poco a poco, reemplazada esta vez por el dulce y picante sabor del cogollo brasileño, conseguido por obra y gracia del Espíritu Santos, que se había fumado minutos antes en el estacionamiento, arriba del Suzuki Forsa que le había pasado el papá cuando pasó a segundo año de Ingeniería en la U. Los rayos del sol iban tostando sus brazos mientras las gotas de sudor corrían por su frente, deslizándose hasta el lóbulo de la oreja, y su camisa iba humedeciéndose cada vez más.

Con el volumen del mp3, obsequio del hermano para su último cumpleaños, no sintió que se acercaban dos personas, uno con polera roja, pantalón de mezclilla y zapatillas Vans además del ya clásico jockey negro para poder cubrir su piel de los rayos UV y la otra de pelo negro, largo y liso que le caía hasta la mitad de la espalda. Traía una polera de los Clash, jeans rajados en la rodilla a lo Kurt Cobain y zapatillas Converse rojas.
-Buena perro, estábamos preguntándonos dónde te habías metido
-¿Estábamos?-preguntó con tono sarcástico, sacándose el audífono de la oreja derecha. La voz que acababa de escuchar era familiar. Fernando Santos, el Espíritu. Le decían así por que era albino. Miró en la otra dirección para averiguar a quién más se refería con el “ábamos” pero la respuesta era obvia.
- Sí, estábamos buscándote – La voz de la Nacha retumbó en su cerebro, atacando el subconsciente que le hacía revivir ese carrete en el Quisco cuando de puro wired le pasó un huiro, se quedaron fumando mientras todo el mundo había ido a la playa y terminaron tirando en el sillón del living, dejándolo empapado y maloliente.- Na’ que ver lo que hiciste en Inglés. La profe quedó mirando con cara de atraso y todos los del curso empezaron a pelarte.
- Lo que haga o deje de hacer es asunto mío Kimosabe. Volvió a poner el auricular en su lugar y aumentó el volumen de la música. Estaba corriendo Wish you were Here de Pink Floyd, canción que irremediablemente le recordaba a su viejo, en esas tardes, arriba del Gran Vitara comiéndose kilómetros y kilómetros de carretera, viajando por Chile, recorriendo playas, pueblos y desiertos al ritmo de Roger Waters y el resto. Una vez él le habló de Sid Barreth y le dijo que era la verdadera esencia del grupo, el real bad ass que había electrizado al mundo, y en el que se había basado la película The Wall y a quien iba dedicada esa jodida canción que ahora volvía a escuchar. Obviamente no le entendió nada hasta que la vio, volado hasta los huesos en la casa del Becker, cuando el carrrete había muerto y los demás estaban tirando o vomitando en el baño o el patio de la casa. La canción estaba por terminar cuando la Nacha le pegó una suave patada en las piernas.
- Fuck off, todavía no termina.
- Fuck you, tenemos que entrar a clases. El pelao Falcon no perdona ni cinco minutos.
- Ni ahí con el viejo ese. El ramo lo paso igual, además, el huevón es amigo de mi papá. Por último una coima a fin de semestre y queda todo arreglado.
- No tienes remedio huevón. Vamos Feña. A la Nacha no le gustaba decirle Espíritu, le molestaba, decía que era un símbolo más de discriminación en contra de las personas diferentes, y que por cosas así habían matado a millones de judíos en la segunda guerra mundial. Él, ni ahí.
-Perro, ¿te queday conmigo? Nos vamos al auto a darle duro a la radio nueva, y nos fumamos el otro, mira que están power.
- Hoy no compa’. Estoy crítico en asistencia y no quiero echarme otro ramo, aparte el profe me tiene en el ojo hace rato.
- Desde que llegaste conmigo ultra high al examen oral en primero y le respondiste puras huevadas, si hasta le terminaste hablando en pro de la marihuana y lo mal que hacía la prohibición, jaja. Se rió con ganas pues recordaba bastante bien la cara del vanagloriado señor Falcon cuando salió de la sala y lo quedó mirando fijo. Claro, no le cachó los ojos rojos gracias a los anteojos, pero el cabrón dijo en voz alta “Esta conducta nunca la esperé de usted, señor Santos. Se nota que está siendo influenciado por ciertas personas, en esa última parte lo fulminó, como tratando de traspasar la barrera de los Ray-ban.
- Sí, desde entonces no me deja tranquilo. Miró al suelo y siguió a la Nacha, que ya iba entrando al edificio de concreto donde estaban las salas de clases, sin despedirse...

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Corte. Se Imprime: Mayo 17, 2010. 21:50

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