domingo, 23 de mayo de 2010

Número XXXII: Weekend

Jueves

En medio de una búsqueda por algo para fumar, me puse a registrar mi pequeña cajita de los recuerdos. Lo reconozco, es una caja total y completamente gay, de color celeste incluso, y antes, cuando funcionaba, tenía un candado dorado. Totalmente gay.
Obviamente cuando la empecé a usar (en un principio como alcancía), la recubrí con cinta de embalaje café -no pretendía gastar huincha aisladora con esa huevada-, y la traté de enchular un poquito.

La dejé en el mismo lugar donde se encuentra hoy, más de 5 años después. La cajita dejó de ser alcancía hace rato (léase alcancía como artefacto con ranura para echar monedas y con cierto nivel de seguridad anti intrusos, aunque sean esas alcancías de las colectas), y hoy conserva las cosas que van significando algo para mí. La huevá sigue siendo gay, pero es lo que hay.

Así que, de guardar las monedas recogidas del macheteo, y posteriormente de los malabares, aumentó la diversidad de su contenido... Cartas, la colección de fotos de carné (quién no tiene una!), y otros objetos misceláneos que iban apareciendo (llaves de candados, alfileres de gancho, papeles, etc etc etc).

Seguía buscando, sacando cosas para ver si al menos había algo guardado, o suelto o roto o como fuera, pero nada. Llegado el momento de retornar todo a su sitio, y devolver la cajita a su lugar reservado entre la colección de cajas de cds y la botella con monedas, me vi con una carta en la mano, y sobre el escritorio, más cartas, más recuerdos, incluso un dibujo. Mi maldita curiosidad no pudo contenerse, y por su culpa quedé pagando el resto de la noche, pensando y repensando mil y una porquerías en mi cabeza.

Leí la carta. Antes de terminar de abrirla, ya sabía de qué se trataba. Un pedazo de papel manchado con tinta, una hoja de cuaderno, con la letra de mi ex, preguntándose y preguntándome algunas cosas, y más que nada, vaciando todo junto con la tinta. Recordé que fue en una noche clara, que hacía frío y que llegué a su casa después de que me cortara el teléfono... La leí, y me recordé a mí mismo hace un par de años.
Mis sueños, mis intereses, mi forma de ser y de buscar, mi yo de ese momento, y me dolió.

Fue fuerte ver al cabro chico que era antes, que no quería madurar, que no quería seguir creciendo. Era difícil ver entre esas líneas los recuerdos que me llegaban, no tanto de la relación que tenía, si no de quién era yo. Después de cerrarla, la dejé a un lado. No recordaba el mes, pero sí el año: 2008.

Después tomé otra carta. Esta estaba escrita en hoja roneo (la cafecita), y tenía uno que otro decorado con escarcha. Año 2007. Fechada el día de mi cumpleaños. Lo que había escrito variaba totalmente del contenido de la primera, era totalmente distinta. Otra persona escribía, otro era el personaje al que le estaban escribiendo, otro era el momento... Aunque sólo era un año de diferencia, era algo totalmente distinto. Esta vez eran los sentimientos de una niña enamorada, que en varios sentidos abría los ojos; y el que recibía, era un pendejo, con ganas de aparentar de todo ante un mundo algo dificil, contra el que sigue agarrándose pero de otra forma, un niño que no sabía de amor, de sentir, de amistad... era un huevón de mierda alcohólico mala tela pero buena leche.

La carta no me trajo lo mismo que su antecesora. Esta vez, a pesar de cómo terminó todo, fueron cosas tiernas, me hizo pensar no en mí, si no que en ella, una niña de ojos grandes, expresivos, que se abrían ante algo nuevo o una sorpresa. Sentí que ya hice las paces con ella, conmigo mismo y con el karma después de esa relación. Sentí que todo estaba bien.

La última, en el fondo, era la primera. Un día de enero del 2006, años atrás, antes de conocer a mi mejor amigo, antes de muchas cosas... La carta no tenía nombre, no tenía firma, pero estaba dedicada, con un dibujo incluso. Recuerdo haberla leído hace poco menos de dos años, sin recordar bien quién la había escrito. El tipo de letra me llamaban la atención, y gracias a eso pude recordar su remitente. Mi mejor amiga, al poco tiempo de habernos conocido. Era una carta muy linda, de un ave a la que ayudé y reparé su ala rota. No me recordó a la mujer que era ella en ese entonces, ni a mí mismo. Me hizo pensar en ella el día de hoy. Me hizo pensar en que ya iban más de dos semanas sin vernos, ni a mi compadre, que por esas casualidades del destino es su pololo, desde hace tres años.

Las puse en orden cronológico, y las volví a leer. Y me vi triste. Vi que personas habían depositado sus secretos, sus sentimientos en mi, y sentía que en parte los había defraudado, de distintas maneras. Como amigo tal vez, como pareja a veces, como ser humano incluso. Y me dolió. Y me jodí. El ron extremo (Ron c/Kem Xtreme) hacía efecto, y el reciente paso a semifinales de mi equipo no ayudaba en ese momento.

Le hablé a otro de los individuos que circulan en mi vida diaria, llámese Pablo Vanni, y me desahogué un rato (puta que suena maricona la wea, pero en fin), y hablamos. Y con esa ironía y humor negro que nos caracterizaba, trató de subirme el ánimo. No lo logró, pero me hizo pensar en otras cosas... y eso me alivió.

Viernes-Sábado

Aunque me jodió un poco el mate, esa noche era necesaria. Llevaba mucho tiempo sin uno de mis clásicos episodios depre que siempre me jodían la vida y empezaba a olvidar lo que se sentía. Pero esta vez fue mucho menor. Más suave. Mejor. Creo que poco a poco he ido entendiendome, y, gracias a la maldita sicología (la detesto pero la utilizo, y me resulta), voy aprendiendo cosas de mi, sacando trancas infantiles, y poco a poco, madurando, creciendo, mejorando.

Me vi a mi mismo unos cuantos años atrás, un par, y quién soy yo ahora. Y creo que no he equivocado el camino. No me arrepiento, según suelo decir aunque en el fondo sí quisiera poder hacer denuevo algunas cosas, pero son detalles; y puedo decir que he aprendido de casi toda experiencia. Me siento tranquilo, contento, y relajao.

Domingo

Mientras escribo, trato de pensar cómo podrían ser los mini relatos para el concurso Santiago en 100 Palabras. Ayer vi Memento y francamente me arrepiento el no haberla pescado antes (muy buena), y Los Infiltrados, la notable de Scorsese. Mientras comíamos alguna que otra chanchada (papas fritas, queques, jugo, mayonesa, etc), y después de pensar por enésima vez que mi rostro va a recordar por un mes lo comido este fin de semana, me relajé, enrollé un cigarro con tabaco de chocolate y papel de maíz, y sentado, tapado con un cobertor de plumas, en el sillón de mi compadre, y lo encendí. Soft, cool.

La pequeña crisis se fue, y quedó el cielo despejado, aun más que antes, esperando que el sol salga denuevo, sin caña ni lentes oscuros. Ya no hace falta...

*Por que sonó justo mientras terminaba de escribir, y no se me ocurre nada mejor

**Además, igual es motivante la canción.


Bitácora del Capitán: Mayo 24, 2010. 00:16

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